La provincia de Salta se vio sacudida por un escándalo de proporciones mayúsculas cuando salió a la luz el saqueo sistemático de los galpones municipales durante la gestión de la exintendenta Bettina Romero. Lo que debería haber sido un proceso de asistencia social terminó convirtiéndose en un caso flagrante de malversación de fondos y apropiación indebida.

En una trama digna de una novela policial, las auditorías realizadas por la nueva administración revelaron que toneladas de mercadería, sillas ortopédicas, calzado y hasta ventanas, supuestamente destinadas a programas de ayuda, habían desaparecido misteriosamente. El rastro conducía directamente a la casa del primo de Romero, Luis Emilio Fayón, quien se desempeñaba como jefe de varios programas sociales.

 La ironía alcanzó niveles tragicómicos cuando el exsecretario municipal Aroldo Tonini intentó justificar el vaciamiento de los galpones alegando que era parte de la "contención social". ¿Acaso creía que la gente se tragaría semejante excusa? Parece que subestimó la capacidad de los salteños para detectar el sarcasmo.

El escándalo cobró tal magnitud que incluso el recién electo presidente Javier Milei, conocido por su férrea lucha contra la corrupción, no pudo evitar retuitearlo y expresar su indignación. En un giro irónico, el líder de la libertad avanzada se encontró enfrentando un caso que parecía sacado directamente del libro de jugadas de la vieja política que tanto criticó.