Milagro Gutiérrez, una joven de 18 años, soñaba con terminar su secundaria y construir un futuro lleno de esperanzas. Sin embargo, su vida se convirtió en una pesadilla cuando, tras ser testigo clave en un juicio, fue brutalmente atacada por tres personas. Golpeada en la cabeza, fue llevada al hospital San Bernardo, donde su sufrimiento no cesó. Dentro del mismo centro médico, le cortaron la lengua, un acto de crueldad que dejó a su familia en shock y desesperación.
Milagro permaneció hospitalizada en estado crítico, luchando por su vida. Las lesiones en su cabeza le provocaron un paro y episodios de epilepsia, que empeoraron su condición. "No podía alimentarse, y en solo dos semanas, su estado se deterioró completamente", relató su tía. A pesar de las denuncias y las amenazas constantes, la justicia no actuó a tiempo para protegerla.
La joven había sido testigo en un caso judicial que afectaba a poderosos intereses. Tras el juicio, comenzó a llegar amenazas de muerte. "Ella era testigo en un caso de la familia; cuando terminó el juicio, empezaron a amenazarla de muerte, hasta que lo lograron", dijo su tía con voz entrecortada. Milagro, valiente y decidida, se convirtió en el blanco de quienes buscaban silenciarla.
Durante sus últimas semanas, Milagro vivió entre el dolor y el miedo. Su tía, quien la crió desde pequeña, no se separó de su lado. "Milagros era mi niña, yo la crié desde chiquita. Quería terminar su secundaria", recordó con lágrimas en los ojos. A pesar de los esfuerzos médicos, su cuerpo no resistió. Su muerte no solo dejó un vacío en su familia, sino también una herida abierta en la lucha por la justicia.
Hoy, su familia clama por respuestas. Los agresores, con más de 300 denuncias, siguen libres, mientras Milagro descansa en paz. Su historia es un recordatorio de la impunidad que afecta a tantas víctimas. "Pedimos justicia por ella, que no haya otra víctima", exige su tía.
