Cuando los vecinos de calle Rivadavia en Apóstoles, provincia de Misiones, escucharon que "la ley" había llegado, jamás imaginaron que sería para robarles. Cuatro hombres, tres de ellos gendarmes en actividad, decidieron que su vocación no era servir y proteger, sino saquear y amenazar. Simulando un allanamiento oficial, los falsos policías ingresaron a una vivienda, se colocaron pasamontañas y, armas en mano, le exigieron a la propietaria 8 millones de pesos y 10 mil reales. Una cifra digna de un golpe cinematográfico, pero con guion de serie B.
De la huida al blooper policial
La fuga fue breve. Tras cargar el botín en un Peugeot 307 (aparentemente, el único plan que funcionó), los delincuentes no contaban con la rapidez de la denuncia de la víctima y el operativo certero de Prefectura Naval. En la ruta 4, cerca de San Javier, el auto fue interceptado. Allí se descubrió su "arsenal": armas, 5 millones de pesos en efectivo, pasamontañas y hasta un handy.
La sorpresa no terminó ahí. Entre los detenidos, al menos tres eran soldados en actividad de los regimientos de infantería de monte 8 y 12. Equipados con guantes, esposas y una barreta, estos "gendarmes creativos" dejaron en evidencia un nuevo desafío para las fuerzas de seguridad: limpiar la casa, pero esta vez, de su propio personal.
Reflexión en Misiones: ¿quién vigila a los vigilantes?
El episodio, además de indignar, genera preguntas incómodas. ¿Cuántos más como estos "soldados del caos" rondan por ahí? La investigación está en manos del juez Miguel Ángel Faria, quien tiene la misión de desenredar este caso que, irónicamente, requiere más disciplina militar que nunca. Mientras tanto, en Apóstoles, los vecinos duermen con un ojo abierto y las puertas bien cerradas.
