Con un cartel en la mano y los ojos llenos de esperanza, un hombre de 52 años pasa sus días en el centro de Salta buscando algo que para muchos es cotidiano, pero para él se volvió inalcanzable: un trabajo. Desde hace dos meses está en situación de calle, duerme en el patio prestado de una vecina solidaria y resiste con dignidad en medio de la adversidad.
“Hace dos meses me quedé sin laburo. Repartí currículums por todos lados, pero está difícil. El que tiene trabajo lo cuida, y el que no, lo sueña”, cuenta. Sin rendirse, se instaló con su cartel en una zona transitada del barrio Tres Cerritos, donde pasa sus días esperando que alguien le dé una oportunidad. “Esto es un manotazo de ahogado”, reconoce.
Por las noches, duerme como puede, con una bolsa de dormir, algo de abrigo y la generosidad de una persona que le permite usar el patio de su casa. “Es casi como dormir en la vereda, pero al menos tengo un lugar”, dice con humildad.
Vive en Salta hace 16 años, aunque nació en La Plata. Llegó atraído por el turismo y la gastronomía, sectores en los que supo ganarse la vida. Hoy, sin un espacio donde asearse ni vestirse adecuadamente, reinsertarse laboralmente se volvió una carrera cuesta arriba.
“Tengo callos de haber laburado toda la vida. Si consigo un trabajo, podré pagarme una piecita, comprar ropa, tener una vida digna. No pido mucho”, expresa. Su historia conmueve porque detrás de cada palabra hay esfuerzo, resiliencia y hambre de futuro.
Está todos los días de 8 a 12 y de 15 a 19 en Tres Cerritos. Además de trabajo, agradece a quienes puedan acercarle ropa o artículos de higiene. “Con lo que puedan ayudar, voy a estar muy agradecido”, cierra con voz firme y mirada esperanzada.