Tres hombres, armados hasta los dientes y luciendo chalecos antibalas como si fueran extras de una serie policial, irrumpieron en una vivienda el pasado 21 de noviembre. Entre los tres, había un "detalle" que hacía este caso particularmente pintoresco: uno de ellos trabajaba en el Servicio Penitenciario. Sí, el mismo que se supone que resguarda la ley estaba del otro lado del asunto.
Pero no todo salió según el plan
Mientras los intrépidos asaltantes escalaban la tapia cual gimnastas amateurs, una vecina avispada notó que algo raro pasaba y llamó a la Policía. Los oficiales, rápidos como nunca, llegaron justo a tiempo para frustrar el atraco. Dos de los sospechosos fueron detenidos, mientras el tercero, quizás más ágil o simplemente más afortunado, se dio a la fuga y sigue siendo buscado por la Justicia.
El fiscal penal Santiago López Soto solicitó prisión preventiva para los hombres capturados, de 39 y 40 años. Los acusa de tentativa de robo triplemente calificado: por usar armas de fuego, por actuar en banda y por el escalamiento, porque la creatividad también cuenta a la hora de cometer delitos. Mientras tanto, el agente penitenciario involucrado, que trabajaba en la Unidad Carcelaria 1 de Villa Las Rosas, seguramente esté reflexionando sobre lo irónico de su situación.
Eso sí, habrá que ver si el prófugo decide seguir corriendo o si la Justicia logra atraparlo. Una lección queda clara: si van a organizar un robo, no se olviden que los chalecos antibalas no protegen contra las miradas curiosas de los vecinos.
