El Senado Nacional vivió una jornada intensa al destituir al senador entrerriano Edgardo Kueider, acusado de intentar ingresar a Paraguay con 200 mil dólares sin declarar. Con 61 votos a favor, 6 en contra y una abstención, la resolución dejó en evidencia alianzas y divisiones. Sin embargo, el foco estuvo en Juan Carlos Romero, quien optó por no apoyar ni rechazar la expulsión, marcando una posición que generó controversias.
Romero, senador salteño desde 2007, justificó su abstención afirmando que la expulsión era una estrategia política del kirchnerismo para ganar terreno en la Cámara Alta. Según él, una suspensión habría sido suficiente, permitiendo que la Justicia avanzara en el caso sin interferencias legislativas. "Nunca acompañaré las malas intenciones del kirchnerismo", expresó en la red social X.
Su postura dividió opiniones. Mientras sus pares salteños, Sergio Leavy y Nora Giménez, votaron a favor de la expulsión, Romero criticó la "doble vara" y el "baño de moralidad" del oficialismo. "Quieren frenar los cambios que el Gobierno de Milei propone", declaró, dejando clara su afinidad con el nuevo presidente.
La abstención de Romero también plantea interrogantes sobre su rol en la política nacional. Como figura clave en el Senado, su decisión resalta una estrategia que busca equilibrio entre oposición y oficialismo, aunque muchos la perciben como una forma de proteger alianzas personales.
El futuro político de Romero sigue generando debate, pero lo que es claro es que su abstención no pasó desapercibida. En tiempos donde cada voto cuenta, sus palabras y acciones seguirán moldeando el panorama político nacional.