En la localidad de Rivadavia, Mendoza, Adrián Narváez (43) y Delia Lúquez (88) celebran un amor que ha desafiado los estándares y prejuicios sociales. Se llevan 45 años de diferencia, pero eso nunca fue un obstáculo. Su historia comenzó en 1998, cuando un Adrián adolescente quedó cautivado por la maestra jubilada que exponía sus pinturas. "Yo tenía 16 y ella 61. Fue un flechazo", recuerda él, que atesora cada carta que le escribió su amada en aquellos años de conquista.
La relación no fue fácil. Durante el primer año, se vieron a escondidas para evitar las miradas ajenas. "Jugábamos a las cartas con mi dama de compañía, pero cuando ella se iba a dormir, nos quedábamos charlando hasta tarde", cuenta Delia. Sin embargo, cuando hicieron público su amor, la reacción del entorno fue dura. "Mi padre me aceptó enseguida, pero mi madre no quería saber nada", dice Adrián, quien asegura que nunca le pesó la diferencia de edad. "Jamás me avergonzé. Para mí, no existen los años cuando se ama de verdad".
El 18 de marzo de 2005 sellaron su amor en el Registro Civil. "Si Dios quiere, este año cumplimos 20 de casados", dice Adrián con orgullo. La vida juntos ha tenido momentos duros, como las múltiples cirugías a las que se sometió Delia. "La peor fue cuando estuvo incomunicada en terapia intensiva. No poder verla me destrozó", cuenta él. "Cuando lo vi llorar abrazado a mí, supe que mi elección fue la correcta. Adrián es mi todo", dice ella con emoción.
Unidos por el arte, han compartido escenario en diversas ocasiones: ella exponiendo sus cuadros y él recitando sus poemas. De hecho, las tapas de sus libros están ilustradas con obras de Delia. "Nos complementamos en todo. Ella es mi musa", asegura el poeta y bibliotecario, que recientemente ganó el Certamen Literario Vendimia 2024. "Mi miedo es que ahora, con la fama, me lo quieran robar", confiesa ella entre risas.
Con el paso del tiempo, su amor sigue intacto. "Es la única novia que tuve en mi vida y tengo 43 años", dice Adrián. Y aunque Delia bromea con la posibilidad de que él un día la deje por alguien más joven, la respuesta de su esposo es contundente: "A mí siempre me gustó lo antiguo: los autos, las casas... y mi esposa". Y con una carcajada cómplice, la historia de este amor fuera de lo común sigue escribiéndose.