En la madrugada del domingo, la Policía de Río Negro logró una de sus detenciones estelares: el lonko mapuche Facundo Jones Huala fue arrestado en El Bolsón mientras, al parecer, intentaba abrir autos estacionados. Con la precisión de un cirujano, el "sistema de monitoreo" detectó a un hombre en actitud sospechosa, tocando manijas sin éxito, hasta que decidió seguir caminando. Sin embargo, la alarma de la seguridad nacional ya estaba encendida: ¿el líder de la Resistencia Ancestral Mapuche en un operativo de robo de baja monta?
¿Ladrones, pirómanos o ambas cosas?
Mientras el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, acusaba a la RAM de estar detrás de los incendios forestales en Epuyén, Patricia Bullrich se sumó al revuelo anunciando que Jones Huala había sido detenido "cerca de los incendios". Un pequeño detalle que quedó fuera del tuit de la ministra: Epuyén está en Chubut y El Bolsón en Río Negro, separados por al menos 45 kilómetros. Pero, en tiempos donde los titulares lo son todo, qué más da la geografía cuando el enemigo ya está señalado.
La detención fue celebrada por las autoridades, quienes, con entusiasmo, recordaron su "historial delictivo" y su supuesto rol en el caos. Lo que no queda claro es cómo pasó de ser un peligroso "terrorista" a un aficionado de abrir vehículos. La escena es más propia de una película de comedia que de un operativo de seguridad nacional.
A pesar de que no se concretó el robo y de que la supuesta relación entre Jones Huala y los incendios es, como mínimo, endeble, el espectáculo político estaba servido. Mientras tanto, el lonko mapuche pasará nuevamente por el sistema judicial, y los titulares seguirán girando. ¿Se resolverá el misterio de las manijas? ¿Aparecerán pruebas concretas de la RAM incendiaria? Por ahora, lo único seguro es que la narrativa de la amenaza sigue encendida.
