Este miércoles, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sacudió el mundo del deporte y los derechos LGBTQ+ al firmar un decreto que prohíbe a mujeres y niñas trans participar en competencias deportivas femeninas en escuelas. Bajo su interpretación del Título IX, una ley que prohíbe la discriminación sexual en la educación, Trump argumenta que esta medida busca "restaurar la equidad" en los deportes femeninos. Sin embargo, los críticos no tardaron en señalar que esta decisión afecta a una pequeña minoría: según la NCAA, solo hay 10 atletas trans entre 520,000 competidores.
La directiva no solo ordena al Departamento de Justicia aplicar la norma de manera inmediata, sino que también amenaza con cortar la financiación federal a las escuelas que permitan a mujeres trans competir en categorías femeninas. Trump ha defendido esta postura en sus mítines, recibiendo aplausos de sus seguidores y respaldado por encuestas que muestran que la mayoría de los estadounidenses están en contra de la inclusión de atletas trans en deportes femeninos. Pero, ¿es esto realmente equidad o un retroceso en los derechos humanos?
Este decreto no es un hecho aislado. Forma parte de una serie de medidas del gobierno de Trump que incluyen restricciones a la asistencia sanitaria para jóvenes trans y la eliminación de la "ideología de género" de las políticas federales. Mientras tanto, en Argentina, el gobierno de Javier Milei anunció medidas similares, prohibiendo tratamientos hormonales y cirugías para menores de edad. Ambos casos han generado fuertes críticas de defensores de derechos humanos, quienes temen un retroceso en los avances logrados en materia de diversidad e inclusión. ¿Hacia dónde va el mundo en esta lucha por la igualdad?