En Chicoana, Salta, Agustina Olivera convirtió cada empanada en un paso más hacia su sueño. Mientras muchos dudaban, ella trabajó codo a codo con su madre, vendiendo día tras día para pagar el 100% de sus estudios terciarios. Hoy, con el título de Profesora de Educación Especial en mano, su historia emociona al pueblo y deja una lección imborrable sobre el poder de la perseverancia.
“Estamos muy orgullosos de ella”, expresó su familia con lágrimas en los ojos. Agustina transformó el sacrificio en esperanza y el cansancio en fuerza, demostrando que cuando el corazón insiste, los sueños encuentran camino. En cada cuaderno, en cada clase, llevaba el esfuerzo de su hogar como bandera.
Ahora, su historia inspira a otros jóvenes de los Valles Calchaquíes a no rendirse, aun cuando las dificultades parecen más grandes que las posibilidades.
La educación puede cambiar destinos cuando hay voluntad y trabajo incansable.