Pablo Vargas, un minero que enfrenta las duras jornadas en la imponente puna salteña, se encuentra lejos de su hija Eugenia en un día muy especial: su cumpleaños número 17. Mientras el sol resplandece sobre el árido paisaje, Pablo escribió un mensaje cargado de amor y nostalgia, enviándole un abrazo a la distancia. “Hija, no estoy ahí contigo, pero mi corazón siempre está a tu lado”, expresó en sus palabras que reflejan el peso de la distancia y el sacrificio. En la soledad de su labor, como tantos otros trabajadores mineros, Pablo representa la fuerza y resiliencia de quienes, por cumplir con su deber, a menudo deben resignar momentos irrepetibles junto a sus seres queridos.
La vida de un minero está marcada por largas jornadas lejos de casa y las duras condiciones que la altura impone. Las fechas especiales, como los cumpleaños, adquieren un sabor agridulce. Pero para Pablo, lo más importante es que Eugenia sepa cuánto la ama y cuán orgulloso está de ella, aun si no puede abrazarla en su día. Su historia es la de muchos trabajadores que, con esfuerzo y lágrimas, sostienen a sus familias desde las alturas, regalándonos un ejemplo de amor incondicional.