Aerolíneas Argentinas anunció ganancias operativas por primera vez desde su estatización en 2008. Sí, leyeron bien: ganancias. El titular de la compañía, Fabián Lombardo, reveló durante la asamblea de accionistas que en 2024 la empresa logró un superávit de 20,2 millones de dólares. Un dato alentador, aunque no suficiente para borrar las pérdidas de 220 millones de dólares del año anterior. ¿Milagro o maquillaje financiero?
La receta del éxito parece haber sido una combinación de recortes drásticos y ajustes dolorosos. Más de 1.600 empleados dejaron la empresa, y 85 cargos jerárquicos desaparecieron, incluyendo 8 direcciones y 20 gerencias. Con esto, la aerolínea alcanzó el menor número de empleados en 14 años y el promedio más bajo de trabajadores por avión en su historia. Lombardo lo llamó "acercarse a los estándares de la industria", pero algunos podrían verlo como un vuelo directo hacia la precarización.
A pesar de los recortes, la empresa redujo su deuda en un 25% sin afectar su caja, y aseguró que en 2025 no necesitará fondos del Tesoro Nacional. "Toda la operación se sustentará con ingresos genuinos", afirmó Lombardo, dejando entrever que la privatización sigue en el radar. ¿Será este el primer paso para vender una aerolínea "sana" al mejor postor?
Sin embargo, no todo es color de rosas. Las pérdidas históricas de la compañía, que promedian 400 millones de dólares anuales, y las ganancias financieras extraordinarias de 2023 gracias a la brecha cambiaria, pintan un panorama menos optimista. ¿Estamos ante un cambio real o simplemente un respiro temporal? El tiempo, y el mercado, lo dirán.