"Me salvó mi mamá", llora Estela Medina, la mujer que sobrevivió a una brutal paliza de su esposo gracias al sacrificio de su madre, Rosa Andrada (104 años). La tragedia ocurrió en Tucumán el último viernes de junio, cuando Hugo Zelaya, al ser rechazado sexualmente, desató su furia contra Estela.
"Me arrancaba la piel con los dientes", relató la víctima. Zelaya la golpeó con un bastón, la mordió hasta dejarle heridas profundas y la arrastró por la casa. Estela intentó defenderse con un frasco de perfume, pero su fuerza no era suficiente. La violencia escaló cuando Rosa, con demencia senil, intervino para proteger a su hija.
"Hijo, déjala", suplicó Rosa antes de lanzarse contra el agresor. Zelaya, enceguecido por la ira, la golpeó hasta matarla. Estela logró huir, pero los vecinos, paralizados por el miedo, no ayudaron. "Grité ‘nos están matando’, pero nadie entró", contó entre lágrimas.
El femicida, de 70 años, fue beneficiado con prisión domiciliaria por su edad, una polémica ley de Tucumán. "Nada impide que salga a buscarla", denuncia un familiar. Estela, ahora refugiada en otro lugar, enfrenta el duelo y el miedo mientras Zelaya negocia un juicio abreviado para reducir su condena.
La víctima, herida y aterrorizada, no puede volver a su casa, mientras que su esposo permanece libre y sin custodia policial.
“Mi mamá dio su vida por mí, pero ¿cuántas más morirán sin justicia?”, se pregunta Estela, con dolor e impotencia.
