Arturo González, 92 años, exsoldador y amante de los libros, se escapó del geriátrico donde vivía en Salta capital y rompió el silencio con una denuncia estremecedora: "Estuve dos días sin comida ni agua. Me golpeaban. No quiero volver nunca más".
Arturo no es un abuelo más, fue narrador en la Casa de la Cultura, dirigió bibliotecas y hasta donó centenares de libros en Salta. Caminó solo, con una bolsita, desde Santa Lucía hasta el centro buscando ayuda. Su vitalidad y lucidez desarman cualquier prejuicio: "Solo quiero justicia. A mí me conoce todo el mundo", dijo con los ojos llenos de lágrimas.
Señaló directamente a una mujer identificada como “Yapura”, encargada del geriátrico, por haberle provocado lesiones y negarle alimento y agua durante 48 horas. “Me mantuve con unas frutas. Ya no pude más. Me pateó. Me hizo llorar, aunque uno de grande intenta aguantarse”, confesó.
En el hogar había 17 ancianos, la mayoría en sillas de ruedas. Arturo era de los pocos que caminaban. "Y aún así me maltrataban", relató. Cuando pidió ayuda a su hijo, le dijeron: “¿Y ahora dónde vas a dormir?”, y él contestó: “En el parque San Martín, donde sea, pero ahí no vuelvo más”.
Su travesía incluyó un café con leche en el mercado San Miguel y una caminata larga —por las obras de avenida Belgrano— hasta encontrar quién escuche su historia. “No deseo ese trato para nadie. Todos tuvimos padres y abuelos. Tiene que haber justicia”, afirmó.
Mostró su último recibo del geriátrico, donde se facturaban 450 mil pesos por su internación. Dio su dirección en Santa Lucía para quienes quieran comprobar sus dichos: “Vine por justicia. Por respeto. Por controles. Por los que no pueden hablar”.
