El noticiero Telenoche se convirtió en testigo privilegiado de cómo la realidad supera a la ficción en las calles porteñas. Todo comenzó cuando el periodista Gustavo Barco salió a la calle para hablar sobre la inseguridad, sin imaginar que estaba por protagonizar el ejemplo más contundente de su propia nota.
Durante la cobertura, el equipo periodístico entrevistó a varios transeúntes, incluyendo a un guía turístico que, paradójicamente, aseguraba que Buenos Aires era una ciudad tranquila. Sin embargo, la atención del equipo pronto se centró en un grupo de cuatro jóvenes que mostraban un comportamiento sospechoso mientras observaban a los turistas que pasaban por la zona.
Los sospechosos, dos de ellos claramente identificables por su vestimenta distintiva -uno con remera rosa y mochila, otro con campera celeste y azul y gorra blanca- fueron abordados por el periodista. En un giro irónico, uno de ellos incluso manifestó haber sido víctima de robo, declarando que le habían sustraído su celular.
Cuando el periodista intentó profundizar la conversación, el grupo se mostró evasivo y se alejó rápidamente argumentando estar "apurados". Momentos después, sus verdaderas intenciones quedaron al descubierto cuando uno de ellos, el joven de remera rosa, perpetró un robo contra una turista italiana que, curiosamente, acababa de ser entrevistada para el mismo informe.
Las cámaras del programa lograron captar el momento exacto en que el ladrón huía con una cadena de oro que había arrancado del cuello de la víctima, escapando por la entrada de la estación Catedral de la línea D del subte. El incidente quedó documentado en su totalidad, proporcionando evidencia irrefutable de la problemática que el equipo periodístico intentaba investigar.