El Gobierno de Javier Milei minimizó el paro general convocado por la CGT, calificándolo como un "fracaso" y acusando a los gremios de defender intereses políticos. A pesar de la adhesión de sindicatos clave, la falta de apoyo de los colectiveros (UTA) debilitó la medida. Fuentes oficiales aseguraron que el movimiento en las calles fue normal y que la ciudadanía está "cansada de los privilegios sindicales".
Según el Ejecutivo, el paro costó $880 millones a los argentinos y anunció descuentos salariales para empleados estatales que se sumaron. Mientras, la CGT enfrenta divisiones internas y críticas por su alineación con sectores kirchneristas. Adorni, vocero presidencial, destacó: "Es el tercer paro contra Milei, pero cero contra Alberto Fernández", reforzando la narrativa de una "casta" desconectada de los trabajadores.
La tensión entre el Gobierno y la CGT escala, con reformas laborales en debate, como la eliminación de la "cuota solidaria".