Tres amigos de lo ajeno decidieron que un simple robo no era suficiente para saciar su sed de notoriedad. El 17 de enero, en Munro, provincia de Buenos Aires, irrumpieron en la casa de una jubilada de 92 años, la golpearon, la amordazaron y, como si fuera poco, se tomaron una selfie con su víctima. ¿El motivo? Subirla a sus redes sociales. Porque, claro, ¿qué mejor manera de documentar un crimen que compartirlo con tus seguidores?
La policía no tardó en dar con los autores de este "brillante" plan. D.C. (17), U.C. (16) y N.V. (16) fueron detenidos en San Isidro, mientras paseaban con un cargador y seis municiones calibre 22. Parece que su afán por mostrar su "hazaña" les jugó en contra, ya que la foto que publicaron fue la pista clave para su captura.
El operativo de detención fue rápido y efectivo, pero dejó al descubierto una realidad preocupante: la participación de menores en hechos delictivos cada vez más violentos. Mientras los tres jóvenes esperan su destino legal, la jubilada intenta recuperarse de la traumática experiencia. Su casa, que debería ser un lugar de paz, se convirtió en el escenario de un robo que mezcló la brutalidad con la estupidez.
Este caso no solo expone la audacia de los delincuentes, sino también la peligrosa combinación de violencia y vanidad. Quizás sea hora de recordar que, en la era de las redes sociales, hasta los criminales pueden caer en la tentación de buscar likes. ¿Lección aprendida? Probablemente no...