Lo que comenzó como un gesto individual de devoción se transformó en un fenómeno colectivo. Tras viralizarse la imagen de un militante de La Cámpora con el tatuaje del icónico balcón de Cristina en Constitución, decenas de seguidores se sumaron a la movida y comenzaron a tatuarse el mismo símbolo en distintas partes del cuerpo.
La imagen del balcón, desde donde la ex presidenta saluda a sus simpatizantes, se convirtió en una marca indeleble de pertenencia. En estudios de tatuajes de Buenos Aires, Rosario y La Plata, los artistas aseguran haber recibido consultas y pedidos "solo por ese diseño". “Es el nuevo escudo para muchos militantes”, contó un tatuador de Palermo.
Entre los nuevos tatuados hay jóvenes de 18 años, militantes de base, madres y hasta un exconcejal. Todos coinciden en el mismo motivo: “No es un tatuaje, es una promesa de lealtad”. Las redes se inundaron de fotos con el hashtag #BalcónDeCristina y mensajes como “El cuerpo también milita”.
Para muchos, el fenómeno es una reacción emocional frente al actual contexto político, donde parte de la militancia siente que hay un retroceso en los derechos conquistados. “Tatuarnos el balcón es abrazar todo lo que Cristina representa para nosotros”, aseguró una joven de Tucumán.
Mientras algunos sectores lo celebran como un acto de amor político, otros lo critican como fanatismo. Lo cierto es que la figura de Cristina Fernández de Kirchner sigue despertando pasiones profundas que se graban, literalmente, en la piel.