En medio de la tensión previa al clásico, donde las arengas suelen ser un ritual sagrado y exclusivo para los jugadores, un hecho inesperado iluminó al plantel de Huracán. Un niño con Síndrome de Down irrumpió con entusiasmo, rompiendo el molde de un mundo futbolístico a menudo marcado por el egoísmo y la competitividad.
"Cuando hacíamos la arenga, se metió de imprevisto a los gritos un niño con Síndrome de Down. Nosotros vivimos en un círculo tan cerrado y de tanto egoísmo en el fútbol que la primera decisión es: 'No, que alguien lo saque, por favor'. En vez de eso, se nos ocurrió que participara e incluso dio sus palabras", dijo Frank Darío Kudelka.
Este acto de inclusión y humanidad trascendió el resultado del partido, recordándonos que el fútbol es más que goles y tácticas: es emoción, conexión y, sobre todo, corazón. El niño, con su espontaneidad y alegría, se convirtió en el protagonista de una historia que quedará grabada en la memoria de todos los presentes. Kudelka y Huracán demostraron que, a veces, los momentos más valiosos ocurren cuando dejamos de lado las barreras y abrazamos la diversidad.
