Como una extraña paradoja política, el claro triunfo de la centroderecha pragmática en las recientes elecciones municipales brasileñas significó un duro golpe para el expresidente Jair Bolsonaro. El campo conservador nacional, históricamente aglutinado en la derecha tradicional y el denominado “centrao”, un grupo de partidos de centroderecha que suele dar gobernabilidad a los distintos gobiernos federales, fue el gran ganador de los comicios. La marcada polarización entre Bolsonaro y Lula, otro gran derrotado, quedó en un absoluto segundo plano. La centroderecha, en sus distintas vertientes, aumentó su flujo de votos de manera contundente en los dos turnos de las elecciones concluidas el domingo pasado en el país. Pero la figura del expresidente influyó muy poco en este triunfo, según coinciden analistas. De hecho, 17 de los 27 candidatos a alcaldes que respaldó Bolsonaro perdieron incluso ante postulantes del mismo campo ideológico.